jueves, 28 de septiembre de 2017

Entrevistando a la Resistencia: Alexandre, activista galego, comunista y "marica"

En la cuarta entrega de la nueva sección Entrevistando a la Resistencia, en que entrevisto a activistas, artistas y, en la mayoría de casos, ambas; os traigo una entrevista con Alexandre, activista galego comunista y "marica" (twitter.com/Bechologo).

Adjunto a continuación la susodicha entrevista.

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¿Cuáles son tus demandas o tus exigencias a los activismos/movimientos LGBTI hegemónicos como sujeto que se sale de diversas formas del "modelo de gay" y el "modelo de hombre" (con sus correspondientes necesidades y reivindicaciones) propuesto por estos?

Para empezar le pido a las organizaciones LGBTI que dejen de intentar que copiemos el modelo de vida heterosexual. El amor romántico, el matrimonio, la familia nuclear, no son más que estructuras arcaicas y en gran medida tóxicas. Que las personas homosexuales y bisexuales tengamos acceso a ellas, aún siendo un signo de mejoría en nuestro estatus social, no debe ser nuestro objetivo como movimiento. Les dejo la crítica a los movimientos trans e intersex hegemónicos a personas trans e intersex.
Otro problema que veo a los activismos LGBTI más recientes, y por decirlo así, más liberales, es que se centran demasiado en la defensa de las identidades como aspiración principal. Desde el análisis marxista se considera a las etiquetas LGBTI no tanto identidades como posiciones de resistencia y de lucha contra unas violencias específicas. Para mi “gay” no es algo que me conforma a mi como individuo, sino que es desde donde lucho contra una sociedad que nos discrimina por ser hombres que se sienten atraídos por hombres. Por supuesto “hombre gay” no define al 100% mi percepción individual del género o del deseo, pero es que no lo veo necesario, o ni siquiera positivo. Las etiquetas, ya sean LGBTI, hombre, mujer, negra, gordo, loca, etc. son respuestas a un sistema opresivo y deben ser incómodas de por sí porque nos son impuestas desde fuera. Considero que centrar tu activismo en buscar una combinación de etiquetas que te defina y con la que te sientas cómode es por una parte individualista y por otra contraproducente.


¿Cuál o cuáles crees que son, o deberían ser, los objetivos últimos de los activismos/movimientos LGBTI? Cómo contribuyes, o esperas contribuir un día, a que logremos estos objetivos?

Sinceramente creo que la única forma de que las personas LGBTI dejen de estar oprimidas por la sociedad es la abolición del género. Mientras la humanidad sea dividida en dos categorías arbitrarias como son las de hombre y mujer, o incluso en el hipotético caso de sumar más categorías como terceros o cuartos géneros, siempre habrá un “policing” sobre como se relacionan las personas encuadradas en las distintas categorías entre si, y como nos movemos de una categoría a otra.
El activismo LGBTI más pro-stablishment parece creer que es posible conseguir que no nos peguen por la calle solo con visibilizar esa violencia y normalizar nuestra existencia, pero desde mi punto de vista por muy integradas y aceptadas que estemos en la sociedad mientras siga existiendo el género las personas no cishetero seguiremos siendo “lo otro”, y de una forma o de otra se seguirá generando un rechazo hacia esa alteridad que cobrará la forma de distintas violencias.
También soy consciente de que este es un objetivo a largo plazo y que une tanto a las luchas LGBTI como la feminista. La comunidad necesita tanto que tengamos claro el objetivo final como que en paralelo luchemos por cosas que puedan mejorar la vida y reducir las violencias recibidas por personas LGBTI hoy en día.
En cuanto a cómo contribuyo personalmente a trabajar por estos objetivos diría que de dos formas, creando lazos con otras personas LGBTI y compartiendo experiencias y opiniones con ellas de forma que nos formamos mutuamente, y por otra parte mediante la militancia activa. Formo parte de Avante LGTB, una organización LGTB galega, feminista y anticapitalista que hemos creado recientemente pero tiene mucho futuro, así como milito en los grupos de trabajo y asambleas LGBTI de mi partido, el BNG, y su organización juvenil, Galiza Nova.


3. ¿Cómo te diste cuenta de que no eras heterosexual? Qué le dirías a un chico más joven que se da cuenta y se siente solo, aislado, repudiado...?

Lo cierto es que me di cuenta algo tarde. Con 16-17 años me pillé de un amigo del instituto, y me pasé meses con la idea de “soy hetero con la excepción de que me gusta un único chico”. Me crié en una familia muy abierta y deconstruida, así que una vez me di cuenta de que no era heterosexual lo acepté rápidamente y salí del armario casi al momento. Lo difícil fue darme cuenta, porque la sociedad te mete tanto en la cabeza la idea de que todo el mundo es hetero que ni te llegas a plantear la posibilidad de no serlo.
Para cualquier persona LGBTI que se dé cuenta de que lo es o tenga sus dudas tengo un consejo clarísimo, que busque a otras personas LGBTI. Ya sea en su entorno, o por internet. Somos muchísimas más de lo que parece, y aún que piense que está solo seguro que muy cerca tiene a alguien con quien compartir experiencias. Por poner un ejemplo, en mi clase de primaria éramos 20 personas. Con 14 años una chica salió del armario como lesbiana, a los 17 yo como gay y a los 19 otra chica como bisexual. Estés donde estés, por muy pequeño que sea tu pueblo o tu círculo de conocidos, no estás solo.
Ser LGBTI puede traer como consecuencia sufrir muchas violencias, pasarlo mal, y tener muchas dificultades en la vida si tu entorno no es favorable; pero también conlleva algo maravilloso. Ser LGBTI te hace automáticamente parte de una comunidad, te da una historia, un futuro y compañía para caminar juntes hacia él. Te da una familia. Una a la que aún que no estés unido por la sangre te acogerá y protegerá tanto o más que tu familia de nacimiento. Solo por esto vale la pena soportar todo lo que te golpee.

4. En tu vida cotidiana, en tu día a día ¿cuáles son las herramientas, detalles, factores (espiritualidad, arte, escritura, lectura, deporte, lazos que formas con otras personas y especialmente con otras personas LGBTI...) que te animan y ayudan a resistir, seguir viviendo y navegando este mundo de opresiones?

Tengo bastantes hobbies a los que dedicar parte de mi tiempo, pero lo que realmente hace que mi vida merezca la pena es por una parte la convivencia con otras personas LGBTI y por otra la militancia activa y colectiva. En mi día a día con gente LGBTI de clase obrera y feministas con las que creo comunidad y nos damos apoyo mutuo, lo que me hace muy feliz. Y milito en varios colectivos (BNG, Galiza Nova, BDS Galiza, Avante LGTB…) en los cuales hago labores de agitación y pedagogía concienciando a la sociedad para contribuir a construir un país más justo. Este trabajo me pone en contacto con gente fantástica con la que paso muy buenos ratos y al mismo tiempo me ayuda a realizarme como persona y en cierto modo le da un sentido a mi vida.
A cualquier persona que se sienta pequeña y sola, y piense que sus acciones no tienen importancia, le recomiendo la militancia en algún campo que le parezca que merece la pena ser defendido. Esta militancia puede ser dura a veces o quitarte horas de sueño, pero te aporta muchísimo más de lo que te cuesta.


5. Leyéndote me he dado cuenta de que para ti es crucial la autodeterminación de los pueblos, desde el gallego hasta el palestino. ¿Podrías hablarme de cómo te diste cuenta de que había comunidades, lenguas, culturas, gentes oprimidas por naciones invasoras? ¿Qué implica para ti ser galego?

Tuve la suerte de nacer en un ambiente muy politizado. Mis adres eran militantes de la UPG, un partido comunista integrado en el BNG y que defiende la autodeterminación del povo galego. Mi madre aun siendo marxista-leninista también es muy hippie y nunca quiso adoctrinarme en ningún sentido, así que mi formación en temas de comunismo y nacionalismo no fue directa con mis adres explicándome cosas desde su punto de vista sino más “ambiental” en el sentido de que yo escuchaba sus conversaciones, les acompañaba a manifestaciones, veía las noticias con elles y me iba formando mis propias opiniones.
Algo que me marcó desde muy pequeño fueron las historias familiares de cómo durante la posguerra el franquismo intentó borrar la identidad nacional galega por ejemplo con la persecución de nuestro idioma. Recuerdo a mi abuelo hablando de como su profesor tenía una vara de mimbre con la que le pegaba en las manos cada vez que hablaba en galego. Él es de una familia humilde en una zona rural en la que sólo se hablaba galego, y aun no estando en absoluto politizado se le escapaba tan a menudo que el profesor pasó de pegarle en las manos a darle auténticas palizas y mi abuelo tuvo que dejar los estudios y dedicar su vida a ser obrero de la construcción e irse de emigrado a Francia.
Así, aunque de niño no tenía ni idea de cómo la relación entre Galiza y el estado afecta a nuestra economía y con ello a todas las condiciones materiales del povo galego, sí tenía claro que el idioma castellano era un idioma extranjero que había sido impuesto a nuestro pueblo por medio de la represión y la tortura, y me daba mucha rabia ver a gente que ahora que “se puede” hablar galego no lo hace, porque me parecía que era traicionar a nuestras abuelas y abuelos. Esto me llevó a los 16 años a empezar a militar en Galiza Nova, organización juvenil del BNG, con la cual realizaba campañas a favor del uso del galego.
Esta militancia y la convivencia y debate con otras militantes me ayudaron a ver los demás lazos coloniales que tiene Galiza con España, ver que el tema del idioma solo es una pieza más en su máquina represiva e homogeneizante, y sobre todo a ver los paralelismos con otras naciones sin estado. Sobre todo, me sorprendió y horrorizó el caso palestino y la forma en que Israel detiene, encarcela y mata a jóvenes de mi edad por hacer exactamente el mismo trabajo de calle que hago yo en mis colectivos, o incluso simplemente por existir, y que lo hace con absoluta impunidad gracias al apoyo de Estados Unidos. Por este motivo ayudé a organizar charlas y debates desde Galiza Nova y mi organización estudiantil en la universidad (Comités, ahora integrada en Erguer) sobre el conflicto palestino, más tarde uniéndome a la ONG BDS Galiza, que promueve el boicot, desinvestimento y sanciones a Israel, en la que sigo militando a día de hoy.
Que es ser galego? Es difícil de decir. En Galiza tenemos el dicho “os galegos nacemos onde nos peta”, traducible como “los gallegos nacemos en donde nos da la gana”. Conozco a galegos y galegas de primera generación venidas de Inglaterra, Bretaña, Angola… a galegos que nunca han vivido en Galiza pero conocen el idioma y la cultura por su familia. Esto es algo que diferencia mucho el nacionalismo de las naciones oprimidas y nacionalismos chovinistas (casi siempre xenófobos) como el nacionalismo español.
Mi idea de “ser galego”, que puede perfectamente diferir de otras igualmente válidas, implica formar parte de una comunidad, de forma semejante (guardando las distancias) a ser LGBTI. Tienes una historia colectiva en la que se enmarca tu vivencia personal, tienes unos regalos como lo son la lengua, la música, la gastronomía y toda la cultura galega, y una serie de violencias, como puede ser el desprestigio y discriminación de la lengua, los prejuicios y tópicos, o la sumisión económica y política a los intereses de otros pueblos.


6. ¿Si tuvieras que explicarle a alguien por qué te opones al capitalismo, qué le dirías? ¿Cómo sería para ti la vida en una sociedad que hubiese acabado con la lacra del capitalismo?

Le diría que si eres de clase obrera la oposición al capitalismo es simple supervivencia. El capitalismo es un sistema en que los ricos roban tu fuerza de trabajo para enriquecerse más mientras tú tienes que darles las gracias por dejar que te roben porque si no trabajas para ellos no tendrías una fuente de ingresos mínima que te permita comprar comida o tener una vivienda. Me parece delirante que cuando la humanidad tiene recursos de sobra para alimentarnos a todas y darnos casa se pretenda que la gente solo pueda acceder a esos bienes básicos (recogidos en la carta de los derechos humanos) si se dejan robar por quienes nunca en su vida han pasado hambre.

Es prácticamente imposible imaginarse un mundo sin capitalismo porque el sistema capitalista permea absolutamente cada rincón de la sociedad. Desde lo más evidente como las relaciones económicas hasta lo que damos más por hecho, las relaciones afectivas y de amistad. No nos damos cuenta de hasta qué punto el hecho de tener una pareja y aparte un grupo de amistades o como nos relacionamos con cada una de nuestras amistades está afectado por la lógica del sistema capitalista.

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