jueves, 22 de octubre de 2015

"Mujeres que encogen", Lily Myers

He tenido la idea de publicar periódicamente traducciones de poemas y artículos que me parezcan interesantes para el blog. Hay muchas cosas que me gustaría decir, pero que ya se han dicho (o escrito) antes, y mejor. No creo que pudiera superar este poema, de Lily Myers, sobre cómo las mujeres tenemos una "relación con la comida", sobre cómo nos callamos y sobre cómo, en definitiva, muchas mujeres (como las de su familia) vivimos encogiendo. Es un poema slam, y por eso incluyo el vídeo original y adjunto debajo mi traducción al castellano. Espero que os llegue tanto como a mí.




“Al otro lado de la mesa de la cocina, mi madre sonríe por encima del vino tinto que bebe de su vaso de medir.
Dice que no se priva,
pero he aprendido a encontrar el matiz en cada movimiento de su tenedor.
En cada arruga de su ceja al ofrecerme los pedazos que no se ha comido de su plato.
Me he dado cuenta de que solo cena cuando yo lo sugiero.
Me pregunto qué hace cuando no estoy ahí para hacerlo.
Quizás es por esto que mi casa parece más grande cada vez que vuelvo; es proporcional.
Al encogerse, el espacio a su alrededor parece cada vez más vasto.
Ella mengua mientras mi padre se expande. Su estómago se ha vuelto redondo del vino, las noches tardías, las ostras, la poesía. Una nueva novia que tenía sobrepeso de adolescente, pero mi padre me informa de que ahora está “loca por la fruta”.
Fue igual con sus padres;
mientras mi abuela se volvía delicada y angular su marido aumentaba hasta unas mejillas redondas y rojas, un estómago redondo
y me pregunto si mi linaje es uno de mujeres que encogen
haciendo espacio para la entrada de los hombres en sus vidas
sin saber cómo rellenarlo de nuevo una vez se marchan.
Me han enseñado a acomodar.
Mi hermano nunca piensa antes de hablar.
A mí me han enseñado a filtrar.
“¿Cómo puede alguien tener una relación con la comida?” Me pregunta, riendo, mientras como la sopa de judías negras que he elegido por su falta de calorías.
Yo quiero decirle: venimos de lugares diferentes, Jonas, 
a ti te han enseñado a crecer hacia fuera
a mí me han enseñado a crecer hacia dentro
tú aprendiste de nuestro padre cómo emitir, cómo producir, a que cada pensamiento ruede de tu lengua con confianza, solías quedarte sin voz una semana cualquiera de tanto gritar
Yo aprendí a absorber
Tomé lecciones de nuestra madre de crear espacio a nuestro alrededor
aprendí a leer los nudos de su frente mientras los chicos salían a comer ostras
y nunca pretendí replicarla, pero
pasa el tiempo suficiente sentada enfrente de alguien y adquieres sus hábitos
Es por eso que las mujeres de mi familia han estado encogiendo durante décadas.
Todas nosotras lo aprendimos de las otras, de la forma en que cada generación enseñó a la siguiente cómo tejer
entretejiendo silencio entre los hilos
que todavía puedo sentir al andar por esta casa que siempre crece,
la piel picándome,
adquiriendo todos los hábitos que mi madre ha dejado caer inconscientemente como pedacitos de papel arrugado de su bolsillo en sus incontables excursiones del dormitorio a la cocina al dormitorio otra vez, 
Noches que la oigo deslizarse a comer yogur solo en la oscuridad, una fugitiva robando calorías a las que no siente que tenga derecho.
Decidiendo cuántos mordiscos son demasiados
Cuánto espacio se merece ocupar.
Observando la lucha o bien la imito o bien la odio,
Y ya no quiero hacer ninguna de las dos cosas
pero la carga de esta casa me ha seguido a través del país
he hecho cinco preguntas en clase de genética hoy y todas empezaban por la palabra “perdón”.
No conozco los requerimientos para la carrera de sociología porque me pasé la reunión entera decidiendo si podía o no comerme otro trozo de pizza
una obsesión circular que nunca quise pero
La herencia es accidental
todavía mirándome con los labios manchados de vino desde el otro lado de la mesa.”


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